«RELEER A RILKE», de Adam Zagajewski.

               978841674831  Los ensayos ya sean sucintos o extensos, da igual, si están escritos  por personas con entendimiento, esa facultad de la mente, difícilmente pueden defraudar. En más de una ocasión he comentado que los avezados  lectores de novelas después de muchos años de lectura trasladan sus intereses al ensayo, aparcando sin total abandono la ficción. Hoy nos acercamos precisamente a un ensayo breve dedicado a un escritor  excelso, Rainer María Rilke. Al sublime Rilke le añadimos  la pericia del ensayista polaco, en este caso, la de Adam Zagajewski el autor de este trabajo. Dice Zagajewski que Rilke  es:<<«el mejor ejemplo de vida de un artista moderno y quizá el modelo más puro en su infatigable búsqueda de la belleza«>>,(pág.5). Estamos iniciando el ensayo y ya barruntamos la pasión de Zagajewski por este poeta y escritor de cientos de cartas y que conforman parte de su obra. Difícilmente puede defraudar esta minúscula presea.

           Rilke un hombre de sacrificios y que le gustaba rodearse de la aristocracia en los rincones de la privacidad era sobre todo meditativo y reservado. Considera la poesía un medio de salvación que lo acerca al «Todo«, a lo «Abierto«, a <<«la Unidad«>>. Además vive  la vocación poética intensamente. Estuvo esperando años a que su mente se iluminase para escribir su extraordinarias <<«Elegías de Duino«>>. En los viajes encontraba las energías suficientes para después apuntalarlas en lás páginas en blanco, esos poemas líricos, esas lamentaciones. Fue en el castillo de Duino, propiedad de una amiga, en Trieste (Italia) y paseando por aquellos arrecifes cuando empezó todo, cuando comenzó a escribir sus <<«Elegías«>>. Así lo cuenta la princesa Marie von Thurn un Taxis en sus Recuerdos:

           «¿Qué es esto?-murmuró en voz baja, para sí mismo. «¿Qué es lo que viene?» Presintiendo que el dios por fin lo visitaba, anotó ese verso, al mismo tiempo que otros se formaron del mismo modo, sin ninguna intervención de su parte«. Este es su verso de inicio:

                                              ¿Quién, si yo gritara me oiría

                                               entre la jerarquía de los ángeles?».

              Ya sabemos de su calidad, de su forma de hablarnos. Pongamos otro ejemplo,  <<«Días de Otoño«>>, poema que pertenece a esa tapa de trasparente madurez y que pertenece al <<«Libros de las imágenes«>>, (1901) una serie de poemas independientes:

                                       <<» Señor, ya es tiempo. Grande ha sido el verano.

                                        Tiende tu sombra sobre los relojes

                                         de sol y desata los vientos por el campo.

                                         Haz madurar las frutas más tardías

 

                                        dales dos días más de sur,

                                        fuérzales a acabar, y echa

                                        el último dulzor al vino recio.>>»

               Pero los poemas que realmente lo catapultó  a ese estadio de poeta universal están recogidos en sus «Elegías de Duino» y los «Poemas a Orfeo». Estos poemas órficos hablan del paso de la vida a la muerte y su efecto iluminador. Las «Elegías» <<« crean un territorio que nunca tendrá una bandera nacional o un himno, es el espacio humano»>>. El poeta polaco Mieczyslaw Jastrun quedaría impresionado,<<«la calle desapareció de repente.., el día se volvió intemporal» al leer las primeras frases de su primera Elegía y observar esa intemporalidad, esa eternidad, alejada de <<«temáticas nacionalistas«>> o  asuntos <<«de historia«>> que tanto preocupaba a los poetas de la época. Rilke, sostiene nuestro ensayista, no <<«moraliza >> sino que <<«escucha al universo>>.

                 «Releer a Rilke«, este ensayo no muy extenso, me ha conducido a la lectura de «Las elegías de Duino«, su monumental  y compleja obra poética. Su complejidad y profundidad son evidentes y ese esfuerzo se ve recompensado por la deslumbrante belleza estética. Una vez que lo vas comprendiendo aceptas su genialidad que ya adviertes al leer sus poemas por primera vez.  Su dificultad obedece a ese lenguaje metafísico y  agradecemos lo emocional, esos sentimientos intensos. Estos son los elementos  más importantes de las Elegías: el poeta y el monje que representa la naturaleza y lo místico capaces de transformar la realidad. El ángel, otro elemento simbólico Rilkeano, se aparece como  lo bello y lo terrible, las dos caras de la divinidad. Lo bello es sinónimo de agradable y lo terrible simboliza  lo oculto, lo desconocido. Las <<Elegías son como un bosque; no hay en ellas un solo verso bajo el hálito de la inspiración»>> escribe Zagajewski. Habla de amor y naturaleza, de dolor y felicidad, de amantes y, sobre todo, del hombre y su relación con el mundo y de ese  deseo de contemplación de todo cuanto le rodea.

                   Zagajewski quiere que leamos a Rilke y no solo sus «Elegías de Duino«>>, también <<«El libro de las horas» de temática sentimental o <<«Sus nuevos poemas«>> forjados  por su amistad con  Rodin, fue su ayudante y del que aprendió  la importancia del trabajo y  no aguardar a la inspiración. También enaltece su única novela <<«Los apuntes de Laurids Brigge»>> y  las innumerables cartas que escribió atendiendo a<<»  la vida y el arte»>>.

                 Rainer Maria Rilke nació en Praga en 1875 y murió en Suiza en 1926.

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