«MEMORIAS DE UN PSIQUIATRA», de Irvin D. Yalom.

                  memorias de un psiquiatraIrvin D. Yalom comenta al principio de estas memorias que es de procedencia judía. Los libros que he leído últimamente escritos por judíos no te dejan indiferente. Se dedicó a la psiquiatría al conocer al doctor Manchester ese hombre de sonrisa fácil que salvó a su padre de la muerte.

                 Hay dos aspectos  en su vida que podíamos calificar de vivificantes, de escape de ese mundo real cargado de desafecto: su pasión por las bicicletas y los libros. Su padre regentaba un supermercado en un barrio conflictivo de Washington D.C. y le tranquilizaba que su hijo fuese lector. Con tan sólo diez años ya  visitaba la Biblioteca Central de la ciudad y decidió sumergirse en ese mundo de conocimientos que tanto provecho y beneficio  aportaría a su futuro. Mi interés por especialistas como Yalom me llevó a leer <<«Memoria de un psiquiatra«>> y a dibujar esta reseña. Me interesaba saber qué piensa, cómo escribe y qué dice  uno de los mejores psiquiatras de Estados Unidos. Buscaba, en fin, su parte humana, su mundo familiar y personal y lo que pensaba sobre la vida.

               Uno de los capítulos de mayor interés, al menos para mí,  tiene que ver con su etapa en el hospital Johnson Hopkins, etapa de crecimiento y de aprendizaje y en la que conocería a su mentor John Whitenhorn el director del centro, hombre serio y entregado a su trabajo y que llegaría a sentir admiración por nuestro psiquiatra hasta el extremo de recomendarlo  para otro hospital en estos términos:<<«Creo que el doctor Yalom se convertirá en un líder de la psiquiatría de Estados Unidos«>>.

             La primera sorpresa que uno se lleva tiene que ver con su afición por los clásicos. Leer a Montaigne, Marco Aurelio, Epicuro, Locke le ayudaría a profundizar en las emociones. Se siente, igualmente, cautivado  por Sartre, Kafka o Camus que <<«habían sondeado profundidades de la existencia de una manera que la escritura psiquiátrica nunca había logrado«>> (pág. 120). Más adelante confesará sus huecos en materia filosófica y en humanidades por lo que decide pasar tiempos inolvidables con escritores universales como Dostoievski,  Tólstoi,  Becket, Hesse, Rilke, Nietzsche, <<«ese hombre brillante… y desesperado«>> o Spinoza el autor de la <<«Ética«>> y otros muchos autores que habían escrito sobre los problemas de la gente de una manera profunda. Todo ese tiempo de lecturas y esfuerzo lo llevarían a uno de sus grandes anhelos: ser escritor.  Yalom desde muy joven deseaba escribir,  ser un escritor con estilo propio. En el hospital de Stanford se aislaba en el archivo de registro de pacientes,  un habitáculo amplio, con mucho polvo y sin ventanas y escuchaba su propia voz leyendo en voz alta lo que escribía. <<«Me gustaba esa habitación espantosa«>>. Terminaría escribiendo <<«La cura Chopenhauer»>>,<<«El día que Nietzsche lloró»>>,<<«El problema Spinoza»>>,<<«Teoría y práctica de la psicoterapia de grupo»>> o <<«El don de la terapia«>> entre sus obras  más conocidas además de publicar  trabajos y artículos sobre <<«terapia de grupo para alcohólicos«>> o para <<«esposas y esposos abandonados«>> a principio de los años setenta.

              Yalom rememora sus etapas de crecimiento y aprendizaje por los distintos hospitales con fogonazos de experto pero con estilo fluido y de mirada familiar. Un libro que nos habla de sus problemas de visión borrosa por su Distrofia de Fuchs, córneas con ampollas que revientan, y también sincero por sus desvelos al querer reducir los tratamientos con medicamentos, transparente al revelarnos que no sabía escribir a máquina como valiente por mencionar sus miedos, esos <<«…sentimientos irracionales, a veces aborrecibles,  que un terapeuta puede sentir hacia un paciente y que pueden constituir un obstáculo en la terapia«>>, (pág.285). Aplicó, en fin, una metodología novedosa que aprendió de Jerry Frank y su pequeña ventana de observación. Una terapia con pacientes encapsulados en una habitación con cristales para no ser vistos contando sus problemas. Propuso además que los enfermos observasen al menos durante veinte minutos a los estudiantes. Esta interacción ayudaría enormemente a la curación de los pacientes y avivaría el interés de los especialistas.

               En el aire de las memorias planean enseñanzas sabias como las vertidas por los enfermos de cáncer y sus deseos de <<terminar la vida con la menor cantidad posible de arrepentimientos«>>.

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«MEMORIA DEL COMUNISMO», de Federico Jiménez Losantos.

                   memoria del comunismoA Federico Jiménez Losantos licenciado en Filología española y actualmente director y presentador del programa matinal <«es-RADIO«>> no le tembló la voz al afirmar:<<«El ser humano es malo»>>(20-11-2019) muy parecida a la que siglos antes manifestó el comediógrafo latino Plauto (254 d.c.-184 a.C.) popularizada  más tarde por el pensador y filósofo Thomas Hobbes (1588-1679): «El hombre es un lobo para el hombre«>>en su versión latina <<«Homo homini lupus«>>. Mi carácter agradece a Séneca (4 a.C-65 d.C.) e incluso nos ilumina al decir: <<«Homo res sacra homini«>>, el <<«hombre es cosa sagrada para el hombre»>>. La primera locución, al igual que la sentencia de Federico Jiménez Losantos, presenta a toda la humanidad, sin excepción, con colmillos; por el contrario, la segunda, nos enaltece. Es evidente que existen individuos <<«monstruosos«>> y que la historia de la humanidad es un charco gigantesco de sangre pero también de bondad, de generosidad y de sacrificio.

              En otro programa le escuché que no era budista siendo el budismo una tradición verdaderamente iluminadora. Esa mañana no estaba para bonhomías budistas, ese día estaba atrapado en su carácter encrespado, en ese feo rizo interior. Es su formato en su programa televisivo aunque creo honestamente que esos escupitajos matinales no corresponden con su verdadero carácter. Esos insultos a los socialistas, comunistas, al Partido Popular, a Rajoy, a Soraya, a altos, bajos, a todos, ensombrece el espíritu nada más clarear el día. Su crítica la sostiene con imprecaciones e improperios. Pienso que haber escrito su magnífico trabajo << «Memoria del comunismo«>> ha debido afectarle. Haber compartido tiempo con Lenin, Stalin, con Yurovski, con Nikulin, estos dos últimos artífices de la muerte de los Romanov, también Medviédev participó, o con revolucionarios como Trotski, escribir e investigar sobre sus diabólicos y luciferinos atropellos han debido afectar negativamente el carácter del gran escritor que es Federico Jiménez Losantos.  Tiene pulso para la escritura y su exigente  tragedia <<«Memoria del comunismo«>> es un trabajo de cíclope. Nos ha contado una parte monstruosa de la humanidad, matanza de pueblos por  dirigentes ególatras con miseria y hambre y con resultado clarificador :<<«crímenes contra la humanidad«>>. Y no dudo en aconsejarlo como su ensayo << “La última salida de Manuel Azaña”>> que tanto me gustó.

                     ¡Cómo no va a cambiar su carácter! El título tremendo que encabeza la página 55 <<«Cien millones de muertos«>> aleja a cualquier individuo de la jovialidad y del entusiasmo. Por esto, además, agradezco su esfuerzo. Si queremos saber  sobre la historia del comunismo es conveniente leer  <<«Memoria del comunismo«>> del enojado director de <<«es-RADIO«>>.

                       Sólo observando la bibliografía nos hacemos una idea de las lecturas que ha tenido que abordar para acometer tan voluminosa tarea.  Las páginas recorren de manera especial a Lenin y a Stalin y la manera de influir en la guerra española, el silencio de <<«El Campesino«>> por los defensores de la memoria Histórica o de cómo el PCE llega a la España democrática y la aparición de Podemos de fuertes convicciones  comunistas. En definitiva, el camino que ha recorrido el comunismo  por toda  Europa y por todo el mundo desde sus inicios y sus consecuencias. Lo que Jiménez Losantos quiere transmitirnos también es la idea equivocada que se ha mantenido, desde siempre, <<«de que todo lo que hace la izquierda está bien y lo que hace la derecha está mal, aunque esté bien«>>. Y esta reflexión  no menos importante para el autor: el odio  a la pluralidad y a lo ajeno de la izquierda y de la derecha radical para sentenciar después <«que es la izquierda la que al final convirtió en doctrina excluyente la lucha contra la política . Aunque ahora la quieran convertir en defensora de la libertad, no lo fue jamás«,(pág.371).

               Uno respira ya más sosegado,  hay mucho dolor en este ensayo,  casi al final, en el epílogo, en las páginas dedicadas a Juan de Mariana, pensador independiente y profundo con mirada gratificante. Pero quisiera hacer un breve comentario al luminoso libro de Simon Schama <«Ciudadanos. Una crónica de la revolución francesa«>>  escrito con fina sensibilidad y trazo exquisito sin apenas notarse el carácter del autor. Este monumental ensayo habla también de miedos y de muerte, de guillotinas y de incendios, de terror pero como dice Steiner en The New Yorker <<«la humanidad de sus veredictos representa un logro formidable, a menudo conmovedor»>>. Este carácter sostenido, esta sensibilidad y pinceladas del historiador humanista que es Schama no lo veo en Féderico Jiménez Losantos. No es extraño que al historiador inglés lo eleven a la excelentísima orden del Imperio británico la British Academy y la Royal Society of Literature.

                Quiero terminar <<«recordándome»>> las palabras  de Yogananda: <<«Hacer a otros felices a través de la amabilidad del habla y sinceridad de consejos correctos es un signo de la verdadera grandeza. Dañar el alma de otra persona por palabras sarcásticas o sugerencias es, despreciable»>>.

             Un último apunte. Losantos tiene  potencia y fuerzas importantes: Sabe gramática e historia, tiene gran memoria y es un excelente escritor además de liberal convencido. Intelectualmente es difícil sujetarlo.

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«EL AMIGO MANSO», de Benito Pérez Galdós.

                   EL AMIGO MANSO<<«El amigo Manso«>> es una de esas novelas que no se olvidan por el carácter bien perfilado del protagonista, Máximo Manso, profesor recogido en su mundo interior, de  vida sencilla y con intensas lecturas; esto se lo debe a un maestro que le enseñó ese camino de sabiduría capaz de  <<«sofocar pasioncillas» y <<«apetitos que a otros pierde«>>(pág.21), quizá alter ego de Galdós y capaz de rociar palabras que parecen adornadas por Montaigne o Marco Aurelio:<<«Humanos , someted vuestra vida a un plan de oportuno trabajo y de regularidad placentera«>>. Claro que cuando conoce a Irene ese mundo se tambalea y la reclusión se hace más difícil. También lo trastornan su hermano mayor José María que llega de Cuba y su cuñada Lica, enriquecidos, con deseos de aspirar a puestos de representación política, aunque con limitaciones intelectuales y culturales importantes. Estos personajes dibujan claramente el ambiente de atonía, también de corrupción y de falta de formación de los políticos que conforman ese periodo de la Restauración Borbónica en el siglo XIX. Esos dirigentes y las personas que sirven en la administración sólo buscan el ascenso social. No olvidemos que el genial Galdós está detrás y se vale de estos personajes para denunciar la falsedad e hipocresía de esos ambientes. Galdós creía en la política y en la cultura como medio  de cambiar la sociedad.

              La grandeza de esta novela está en el trato exquisito y magistral del novelista por conjugar realidad y ficción. Nos fijamos en la bonhomía de Máximo Manso o en su enamoramiento por Irene y en los personajes que lo rodean como Cándida mujer venida a menos y que se las arregla para vender baratijas al amigo Manso con artimañas de todo tipo o de doña Javiera la carnicera, mujer despierta que busca en Manso al profesor ideal para su hijo Manolito Pérez y no ponemos atención al  soberbio engranaje inventivo y moderno de Galdós. Un autor que  ensaya   <<«con nuevas fórmulas «>> según el maestro Senabre con una<< tenacidad e intuición narrativa excepcionales»>>.

                Galdós no es un escritor aburrido, opinión de algunos autores con  sensibilidades distintas, y que se alejan de su influencia por buscar nuevas fórmulas. Él ya abraza y participa de ese espíritu  moderno  y lo hace además con eficacia creando personajes inolvidables y diversos, escrutando la psicología de todos  e iluminando espacios históricos que nos permiten comprender toda una época. Es el autor que callejea  y después escribe lo que escucha y también aprende leyendo a Dickens, a Cervantes, a Shakespeare o a Dostoyevski. Es como refleja  Menéndez Pelayo  un autor que sentía <<«simpatía universal por los débiles, por los afligidos y menesterosos, por los niños abandonados, por las víctimas de la ignorancia y del vicio, y hasta por los cesantes y los llamados cursis»>>. Pero esto siendo interesante no es lo que busco, prosigamos:<<«Todo esto, no sólo honra el corazón y el entendimiento de su autor, y da a su labor una finalidad muy elevada, aun prescindiendo del puro arte, sino que redime de la tacha de vulgaridad cualquiera creación suya, realza el valor representativo de sus personajes y ennoblece y purifica con un reflejo de belleza moral hasta lo más abyecto y ruin«>>. Esto es lo que busco y  sólo por esto merece que lo recordemos.

                 Leer «El amigo Manso» te permite abrazar lo esencial de la ficción: alejarte de la realidad y disfrutar de nuevos horizontes, de estilismos renovados.

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