«BOUVARD Y PÉCUCHET», de Gustave Flaubert

978848310636                Bouvard y Pécuchet son dos personajes que se conocen en la senectud  y deciden vivir juntos el tiempo que les queda. Uno de ellos recibe un importante herencia de su padre natural  y con ilusión acometen una de las empresas más disparatadas de la literatura: saber de todas las disciplinas posibles, así,  jardinería, anatomía, arqueología, historia, literatura, espiritismo, gimnasia,  veterinaria, filosofía, religión, agronomía, etcétera.

               El rigor y la constancia y todas esas lecturas que suplantan el conocimiento  les permiten mantener ese entusiasmo. Intentan poner en práctica todo lo alcanzado y asimilado en los libros y en cada nueva intentona, un nuevo fracaso. Sólo la ilusión y las energías que destilan les permiten no caer en la desesperación hasta que de pronto una luz  ilumina sus mentes y desisten de su conducta inicial y de esta manera incentivar la crítica social, literaria y científica que cambiará sus vidas. Si en Don Quijote vemos una traslación de ideales, un cambio, la transformación de Sancho Panza en un personaje cargado de ilusiones en «Bouvard y Pécuchet» observamos la desazón y el escepticismo de sus personajes, por otro milagro, otro cambio radical que les permite poner en duda todo, alejándose de las verdades  absolutas y de los dogmas establecidos y con desbordante ironía cuestionan el progreso y la ciencia de su época. En los siglos XVIII y XIX los saberes científicos e históricos están en constante ebullición  y todo se quiere rastrear y anotar y el comercio y la industria se apodera de la sociedad y fagocita a la mayoría de sus habitantes.

              Flaubert, al parecer, leyó 1500 libros -decepción y asombro, desencanto y alimento espiritual- para escribir esta novela de altos andamiajes. Necesitaba documentarse para alejarse de lo subjetivo, buscó la perfección y la belleza como en sus anteriores novelas y mostró su rechazo decidido por todo lo vulgar, ordinario e indelicado.

           Dos ilusos personajes lo ponen todo patas arriba. Y yo que estuve a punto de abandonar la novela por tantas iniciativas truncadas y sus continuos despropósitos y contradicciones me maravillo por el giro argumental ya avanzada la historia y por el cambio radical en las conductas. Lo pulverizan todo, lo trastocan, lo discuten, los saberes, las formas de estar y de sentir de su época, <<«el pensamiento que gobierna el mundo no ilumina nuestro espíritu» dirán, pág. 229>>, algunos asuntos los confunden, atormentan o torturan y los libros despiertan dudas, alivian el orgullo o alimentan las virtudes. Se aíslan, sin ellos quererlo, los apartan más bien, el cura, el alcalde, el personal de servicio, la sociedad entera. Asistirán atónitos a la complejidad del universo. Todo esto acompañado por el pulso maestro de Flaubert y  su impecable construcción literaria además de crear a dos inolvidables personajes, Bouvard y Pécuchet, que nunca olvidaremos. Ya antes concibió a su inmortal  «Madame Bovary» y a Frédéric Moreau y Madame Arnoux de «La educación sentimental», igualmente imperecederos.

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